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miércoles, 12 de agosto de 2015

Una noche en Leipzig, un diario de viaje SW

Pensar en la ciudad alemana de Leipzig necesariamente nos trae a la cabeza a personajes como Bach, Wagner, Mendelsson, a su antigua y famosa Universidad, a grandes filósofos como Nietzsche, Leibniz, etc. Es decir, una ciudad con una gran tradición intelectual, filosófica, política y artística, en consecuencia, un lugar con razones de sobra para ser visitado. Pero habían también otras razones importantes, que se alejaban un poco de la filosofía y de la música que nos entusiasmó todavía mas para llegar a ese lugar. Debemos recordar que Leipzig no solo es una importante ciudad universitaria, sino que pese a que fue parte de la extinta RDA, fue uno de los núcleos fundamentales, tanto en su elaboración teórica como en ejecución práctica, en los eventos que desencadenaron la caída del muro de Berlín, por tanto, no es de extrañar que su población ame la libertad, la tolerancia y la empatía. La post guerra les enseñó necesariamente a disfrutar la vida y respetar a los demás, es por eso que estimamos indispensable conocerla, y por supuesto, conocer alguna pareja que nos hiciera una introducción al euroswinger post moderno. 
Estación central de Leipzig
Partimos un día miércoles a la estación de trenes Hauptbahnhof en Berlín, ciudad donde alojábamos y luego de un agradable viaje de una hora y media llegamos a la estación de trenes de Leipzig, la mas grande del mundo, en metros cuadrados (24 andenes) y una de las mas hermosamente conservada, el objetivo, conocer la ciudad y encontrarnos con una pareja que habíamos contactado mientras estábamos en Amsterdam vía Tinder.
Llegamos con un maldito calor de unos 35 grados a la ciudad, tratábamos de caminar por debajo de árbol que se nos cruzara para capiar el calor, buscando desesperadamente un lugar para poder refrescarnos. Empezamos a recorrer y conocer la ciudad, sus calles, museos, por donde caminábamos se ecuchaba alguna pieza de música clásica, ya sea proveniente de músicos callejeros, de conciertos en Iglesias o de espectáculos en la vía pública. Una ciudad llena de biciceltas con gente muy agradable, con mucha onda y con un estilo bastante particular, donde se mezclaba lo moderno con sus antiguas calles y edificios reconstruidos luego de la guerra. 
Nuestra cita era a las 19 horas, tiempo suficiente por si no nos gustaba la pareja tomar el tren de las 21 horas de regreso. El lugar de encuentro, a elección de nuestros anfitriones, un bolichito central al aire libre donde vendían comida India, "The Real indian food", la picante, no esas mamonerías en que hay opciones no picantes o con distintos niveles a elección, no, eso es para niñitos chicos, no para viajeros experimentados. Allí nos juntamos con nuestros amigos Alemanes, quienes ya nos estaban esperando con una mesa en un rinconcito muy agradable. Nosotros teníamos una impresión un poco equivocada de la gente de ese lugar, pensábamos que iban a ser onda "schuer locos", medios alternos, pero en realidad eran todo lo contrario, o al menos era la impresión que causaban, ella muy arregladita pero para que pareciera casual, con un vestido estilo animé japones y un estilo muy desprocupado, deba la impresión de una mujer muy seria y decidida. Por otro lado él muy alto con barba, bastante elegante para una junta de tarde noche, de apariencia relajada y bastante sonriente. Luego nos dimos cuentas que la gente allá, a pesar de que pudiese pensarse lo contario, era bastante estilosa, y digamos que el paso al capitalismo luego de la RDA les cayó bastante bien, al igual como la mayoría de las ciudades de Europa del Este que luego visitamos, que eran verdaderas pasarelas de moda.

una Llama
La señorita K, que en principio estaba un poco cansada por el calor, y estaba alegando bastante porque nos tuvimos que arreglar en un Starbuck, al ver al sujeto, quien era bastante alto y estiloso digamos que se le quitó bastante rápido el cansancio y cesaron los reclamos. De esta forma partimos nuestra cita, con una excelente y apetitoza previa, una muy atinada elección de nuestros anfitriones, así compartimos un agradable momento. La pareja en todo momento muy curiosa, con muchas preguntas hacia nosotros, para ellos éramos un enigma, personas de un país muy lejano y exótico, que solo conocían por las Llamas, y que pensaban que la Samba era nuestro baile nacional, el cual bailábamos, evidentemente, todo el día. Me imagino que al conversar con ellos por Tinder se deben haber pasado el rollo que Chile era algo medio entre Caribeño altiplánico mezclado con baile Brasilero. Pero bueno, así ellos conocieron mas de nosotros y nosotros mas de ellos y en esa previa comprendimos muchas cosas de las que veríamos después y que de alguna manera vimos en Berlín y en Amsterdam, como por ejemplo, que a diferencia de lo que sucede en Barcelona o Roma que son ciudades mas cosmopolitas, los Club SW no son una alternativa muy óptima para un swinger mas similar al que conocemos en nuestra realidad americana. Existe mucho entre las parejas jóvenes el swinger espontáneo, como ya algunos connotados amigos capitalinos lo practican con bastante éxito, por otro lado están los contactos vía Tinder y Happn, que están muy de moda para explorar actividades alternativas, las fiestas privadas en que se organizan en pisos de hoteles viejos o castillos en ruinas, y otras cosas, dejando un poco de lado al Club SW tradicional, o mas bien dejándolos para un rango etáreo un poco mayor. 
Durante la conversación en esta previa, aprendimos muchas cosas que no hay que decir, o al menos no preguntar de determinada manera, sobre todo a la gente mas jóven, como por ejemplo: "eres bi", "eres hetero", las parejas mas jóvenes en Europa consideran esos conceptos de un extremo machismo heteronormativo, concepto que escuchamos mas de alguna vez en el viaje. Debemos entender que por la realidad histórica de Europa del Este, lo que menos quieren o buscan es la normatividad, y en su reemplazo abren paso a las normas del sentido común. Si observamos en Chile y en general en América estamos llenos de reglas y normas, coactivas muchas de ellas y que traen sanciones su incumplimiento, incluso en el swinger, normas para los club, normas para los terceros, normas para terceras etc, reglas y normas por todos lados, que en realidad lo único que hacen es que la gente se comporte de cierta manera por obligación. Así por ejemplo, en los club del Este no están prohibido los hombres solos, tampoco los gay o lesbianas, todo el que pague su entrada puede entrar y las normas son las que dicta el sentido común, normas implícitas, por ejemplo algo que no sabíamos, los terceros (as) en los club del Este no hablan con las parejas salvo que ellos le hablen primero. No es raro ver parejas de mujeres por ejemplo que van a un club en busca de un tercero, es decir, no hay normatividad coactiva, sino normativida implícita, menos norma, mas sentido común.
Después de la previa fuimos a un pequeño bar de Shots, donde solo venden cortos de diferentes licores, necesarios para bajar la comida y prepararnos para la parte estelar del asunto. Habíamos quedado un poco expectantes de lo que sucedería después, nunca pudimos saber bien durante la previa cuales eran sus preferencias sexuales, de tanto conversar con ellos digamos que nos dio no se que seguir tratando de averiguar mas, a riesgo de parecer tercermundistas ignorantes, y que no nos creyeran que en Chile no bailamos samba todo el día, así que nos quedamos con que las personas sienten atracción hacia la persona en sí y no hacia su género, el principio inspirador de esa pareja, pero bueno, nadie es un cobarde acá, así que luego de los shots en el bar la chica invitó a su departamento, que quedaba bastante cerca del lugar. 
Nuestra pareja amiga llevaba ya un par de años siendo pololos, tenían 26 y 29 años, ambos cursando sus postgraos en la Universidad de Leipzig, y tenían algunas experiencias en trios y swinger, no eran novatos, tampoco expertos, ellos no vivían juntos, y tenían una onda bastante misteriosa y expectante, sabían que probablemente cuando terminaran sus postgrados volverían a sus ciudades y no sabían si su relación continuaría, solo el tiempo definiría eso. Eran todo lo contrario a lo que algunas personas llamarían, malamente a mi juico, una pareja swinger real. Una vez leí en alguna parte que las parejas swinger debían ser parejas estables, vivir juntos, tener planes en común, estar enamorados etc. un montón de cosas que se alejan un poco de la actividad swingística, acá en cambio, lo que menos se quiere es asignarle una carga ética o moral a la actividad del swinger, alguna vez lo escribí en otro artículo, si ya estamos llenos de normas en la vida A, por qué llenar de normas o estándares éticos la vida B. (leer artículo de referencia).
Luego de caminar un poco llegamos al departamento, en un segundo piso de un edificio antiguo, muy cálido y acogedor, se notaba que la que llevaba el asunto en la relación era la chica, siempre caminando adelante y muy decidida en todo lo que debía hacerse o discutirse, el chico le llevaba las de abajo, un poco mas anodino en sus intervenciones, pero eran ambos muy atractivos, que era lo importante y lo bonito. Llegando al departamento, acompañé a la chica a la cocina a ayudar a servir el copete, como buen caballero educado, fino y elegante, como dicta el reggetón, y en el primer encuentro de frente la chica cuan gatito hambriento comienza a manosear y a atinar con el chilenito, bueno, en la sala principal la señorita K no se quedó atrás y al volver ya estaba la señorita K arriba del muchacho ensañandole el estilo del sur del mundo. Así comenzamos a conocernos mejor y mas íntimamente, como pocas veces la dinámica era mas individual que colectiva, pese a que los 4 estábamos en la misma sala la actividad era mayormente de intercambio en el sentido literal de la palabra. Recién allí nos quedó claro que la chica claramente le atraían los varones mucho mas que las mujeres, luego de estar pasandolo bien un rato en el living, la chica pesca al viñamarino y lo lleva a la pieza, el cual accedió un poco asustado porque la señorita K se podría enojar al quedar sola, pero ellos llegaron al rato a la pieza y siguieron en las suya, la señorita K claramente llevaba y controlaba la situación y el Alemán se dejaba querer, mientras que Peggy demostraba su excelente estado físico y felxibilidad, dejando claro que los alemanes no solo hacen bien los autos, sino que hacen bien otras cosas también. 
Pasamos la noche con ellos, tomamos desayuno y nos acompañaron hasta la estación para retornar a Berlín, solo decir, una placentera y enriquecedora experiencia, un poco subrealista en algunos momentos, pseudo intelectual en otros y bastante intensa finalmente. 

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