Tras salvarnos de que nos raptaran eslovacas sexys y
termináramos en una fabrica abandonada de caza de humanos en Bratislava, al
puro estilo “Hostal”, nos retirábamos ya de República Eslovaca, con destino a
Austria. Partimos pasado medio día a la estación de trenes de Bratislava para
tomar nuestro transporte que nos llevaría en algo mas de una hora a Viena.
Viena es una ciudad moderna, grande, muy pulcra y
culturalmente evolucionada, goza de bastante prestigio intelectual y las
personas son muy guapas y liberales, nadie se mete en los gustos y preferencias
de los otros, son muy tolerantes y con gran cantidad de parejas que participan
en el estilo de vida swinger.
Al igual que Berlín, Viena es una ciudad donde los centros
de entretenimientos están dispersos por toda la ciudad, lo cual, siendo una
ciudad bastante grande, obliga a elegir bien y estar bien seguros dónde ir a
divertirse, ya que un error en la elección implicaría gastar bastante tiempo
viajando de un punto a otro de la ciudad, y no es la idea pasar gran parte de
la noche en un taxi o en el metro.
El sistema de transporte de Viena es impecable, el metro
llega a todos lados y para los mas flojos o para las altas horas de la noche
hay Uber disponible con gran oferta.
Nuestro Hotel con vista a la Caterdral |
Llegamos a nuestro hotel en el centro de la ciudad,
específicamente en Stephansplatz, con una inmejorable vista a la catedral de
San Esteban, a unos pocos pasos del metro del mismo nombre, lo que otorgaba a
nuestro aposento una excelente conectividad con la estación de trenes o con
cualquier lugar donde se quisiera ir en la ciudad.
Como decía anteriormente la gente en Viena es muy guapa, sin
embargo, no se por qué este país del primer mundo tiene tan en desuso el
desodorante, ir en el metro un par de estaciones es una agonía asfixiante, ni
hablar a las horas pico, de igual forma las discotec y bares con mucha gente no
dista muchos de aquellos aromáticos antros under parisinos.
No es ningún secreto que la vida nocturna en los centros
históricos es bastante abundante, pero no siempre es lo que un viajero
ambicioso busca, especialmente cuando la idea es encontrar la esencia nocturna
del carretero local, por lo que como siempre fue necesario realizar un profundo
estudio previo acerca de dónde cuándo y cómo ir, para no andar dando vueltas
por ahí haciéndolas de maldito turista.
Si bien, el no saber nada de Alemán podría parecer algo que
nos jugaba en contra para el objetivo antes indicado, lo cierto es que no hay
nadie que no hable inglés, pero bueno, por mas que tratemos de no serlo, lo
cierto es que de igual modo somos turistas, así que con la suficiente astucia,
logramos inscribirnos en algunas guest list de clubes locales y dejamos el día
jueves para asistir a un club swinger, mientras que Tinder y SDC era nuestra
principal fuente de búsqueda de contactos.
Como buenos investigadores cualitativos, sabemos que el estudio
de campo y la investigación acción durante el día era indispensable para poder
hacer un análisis que nos condujera al éxito en la noche, en ese proceso
investigativo nos dió la impresión que una caza espontánea y furtiva en algún club local podría ser
entretenido para un miércoles por la noche, el asunto era buscar el lugar
adecuado. Por supuesto que el típico “Triángulo de las Bermudas” como le llaman
a las callecitas del centro histórico de Viena, no nos ayudaría mucho a
encontrar al Austriaco legítimo, solo nos encontraríamos con locales repletos
de esa gente que durante el día anda siguiendo a un guía con una banderita roja
durante largas horas y viajando en los buses rojos de dos pisos haciendo city
tour con audioguía, claramente no queríamos mezclarnos con esa estirpe, así que
preferimos elegir algo un poco mas alejado del centro y nos decidimos por un
sector de locales mas alternativos ubicados bajo la línea U6 del metro. Con ese
objetivo, procedimos a “acicalarnos” bien e ir en búsqueda del encuentro
espontáneo. El clima muy caluroso no bajaba de los 28-30 grados, por lo que la
señorita K evidentemente se produjo con el clásico estilo minimal-dress, como
corresponde a la temporada de verano, pero con un aire evidentemente under.
Por suerte el aroma del metro en la noche era un poco menos
rancio que durante el día, parece que al menos un porcentaje mayor de la
población se echaba desodorante para salir en la noche.
Al bajarnos en la estación Alsser Strasse, no parecía un
lugar muy seguro, pero bueno, los que hemos caminado ebrios por el sector
puerto de Valparaíso a las 5 de la mañana hemos aprendido que no puede haber
algo mas peligroso que eso. Pero en realidad era solamente apariencia, salvo
por una patrulla de policía que estaba en el lugar, lo que era bastante raro de
ver en esas ciudades, pero al parecer la emergencia era con suerte algún gato
en un árbol o ayuda para que una ancianita cruzara la calle, que son creo yo
las actividades mas extremas y peligrosas que hace la policía en esos lugares.
Una vez que terminamos de comer una pizza en el sector con
unos Shots de Vodka nos dirigimos a un club del que habíamos escuchado que era
bastante bueno los miércoles, “B72”. El lugar estaba bastante piola cuando
llegamos, sin Velvet Line ni los típicos estrictos controles de ingreso como en
otras partes. Sin embargo, ya como las 1,30 de la mañana el lugar se empezó a
llenar de todo tipo de gente, desde universitarios hasta gente que venía
saliendo de la Opera, pasando por seres extraños tipo oriental electrónico,
hipster, lesbis, etc. Como ya comenté
nadie le importa lo que el otro vista ni haga, cada cual en su onda.
Cuando escuché que era un lugar de música mas alternativo,
esperaba, no se, escuchar a Pulp, Suede, o los Cure, pero en realidad era
música electrónica, alternativa, pero electrónica al fin y al cabo.
Ya aproximadamente a las 2 de la mañana el lugar estaba
lleno de cuerpos sudorosos bailando al ritmo de un renombrado DJ local, que
nunca había escuchado en mi vida, pero, era renombrado. Las chicas con las que
bailábamos en el proceso de caza, no se
si por su estado de euforia, o porque en realidad están libres de tapujos, no
escatimaban en repartir besos por doquier ni pegar agarrones tanto a la
señorita K como al tercermundista motivado que la acompañaba; lo cierto es que
no tenía mucho sentido iniciar una conversación mas o menos racional en ese
lugar cuando lo único que se requería era bailar, acercarse y con un breve contacto
físico ya uno se podía descubrir si había buena disposición o no.
Besos y agarrones de srta. K |
Así nos pasamos la noche hasta que empezó a amanecer y de
alguna forma misteriosa regresamos al hotel, ciertos pasajes del regreso se
borraron de la memoria por motivos oscuros, yo creo que debemos recurrir a la
vieja excusa “seguramente le echaron algo al copete”, lo único que no sabríamos
con certeza es a cual de los 8 Vodka le echaron ese algo, pero era evidente que
era por eso y no por los excesos.
Esa noche fue de aquellas que por tratar de abarcar mucho al
final nos regresamos los dos solos al hotel, pero no importa, igual
aprovechamos harto y el jueves por la noche teníamos una cita concreta vía SDC.
Luego de haber dormido hasta pasada las 2 de la tarde fuimos
a recorrer un poco mas la ciudad, para que la gente mal hablada no ande
diciendo que solo fuimos a carretiar. Como es de rigor, esa tarde visitamos el
museo de Mozart, escuchamos por la tarde unos conciertos de verano, visitamos
la famosa biblioteca y luego nos fuimos a cambiar para juntarnos con nuestra
cita.
Biblioteca de fondo, la parte cultural del asunto |
Nos quedamos de juntar en un bar de cocteles bastante piola y
medio escondido, cerca del Hard Rock Café del centro. Era bastante caminable,
así que partimos por las callecitas del centro, todavía llenas de gente, hasta
llegar al lugar. Ellos ya estaban allí esperándonos, ella una profesora de
primaria de 24 años y su marido un artista tatuador de 31, yo creo que fue una
de las parejas mas atractivas con que nos juntamos en el eurotrip 2015, lo único que rogábamos es que no fueran de la
tendencia de los “no-desodorante”. Afortunadamente no eran de esa tendencia,
ella parecía muy introvertida, bastante callada y el tipo igual muy piola,
claramente se habían fumado algo relajante antes de asistir a la cita, pero
eran bastante simpáticos y agradables.
En un comienzo el tiempo que tenía la pareja era un poco
reducido, ya que tenían un hijo que dejaron con una babysitter, sin embargo,
como nos agradamos bastante lograron que se quedara tiempo adicional y nos
fuimos al Club Le Swing, un club swinger bastante de moda en Viena.
Luego de terminar los primeros tragos de la noche nos
dirigimos en taxi hasta el club, un local en un edificio antiguo con un pequeño
letrero luminoso que decía “Club Le Swing”, el procedimiento no era nada del
otro mundo, pero si mucho mas relajado que otros club de Europa. Al cruzar la
entrada enfrentamos el sector Lounge con una barra grande y lugares para
conversar, donde pudimos captar el ambiente y tomar algunas copas. En relación
a las personas asistentes: de todo, parejas hetero, parejas de mujeres, hombres
solos, mujeres solas, etc., mezcladito,
pero nosotros andábamos acompañados así que no interactuamos mucho con los demás
asistentes, a parte la chica estaba “de pelos” así que no me interesaba buscar
otras alternativas, esta vez no cometeríamos el mismo error que en B72, ya
teníamos algo bueno entre las manos, para que ser mas ambiciosos.
En los lockers listos para desprendernos de nuestras ropas |
Como adelantaba, el club era mas relajado que otros, no
existía el sistema de desnudarse en los lockers antes de pasar a la zona hot,
pero claro que era mas cómodo de esa manera, así que primero comenzamos a
recorrer el club normalmente. El club luego de la zona lounge consistía en
diversos ambientes todos dentro de unas especies de cavernas, siempre bajando como
en forma circular, mientras mas se bajaba mas ambiente medieval de calabozo se
respiraba, mezcla de rocas, rejas , cadenas, mucho rojo y negro, espacios cavernosos
con grandes puertas de madera, que hacían pensar en celdas medievales, pues, se
podían cerrar para privacidad, sin perjuicio que habían ventanitas con rejas
que permitían al que pasaba por fuera observar lo que sucedía en el interior.
El lugar era mas bar que disco, no había mucho espacio para
show o discotec, o se estaba en el bar lounge o en el interior jugando. Por lo
que decidimos acudir a los lockers en donde, como en todos lados, habían las
típicas toallas y sandalias. La pareja era tan sexy que hacía indispensable
asegurarnos la interacción de inmediato en el lugar, ya que podía ocurrir que
entre el club y el hotel nos pillara la hora, así que buscamos una pieza
privada al interior de alguna de las cavernas encontrando una con una cama
roja, pequeña, pero súper cómoda para los 4. Cerramos la puerta y… a lo que
vinimos. En la habitación los preservativos, como es de común ocurrencia en los
club de Europa, eran de libre disposición y estaban en una pecera para sacar,
también había gel para las manos y pañuelitos desechables, todo muy preparado y
limpio, solo un poco de olor a humedad pero era acorde con el lugar subterráneo
y medieval en que estábamos. El cuarto tenía algunas aberturas, como si
hubieran sacado algunas piedras de la muralla donde a veces personas se ponían
a observar lo que hacíamos. Pasado un rato, de un momento a otro parecíamos
parte de un espectáculo de sexo en vivo al puro estilo del red light district
de Ámsterdam, ya que nos percatamos que habían bastantes personas mirándonos,
por lo que aplicamos nuestras mejores poses, obvio.
Algunas parejas respetuosamente golpeaban la puerta y nos
preguntaban si podían unirse, pero lo cierto que ese jueves andábamos un poco
exigente y no pasaron el filtro de la señorita K ni de nuestra amiga docente,
así que solo fuimos los 4.
En el after |
Luego de la acción volvimos nuevamente al bar para hidratarnos
con los últimos bebestibles de la noche
y tuvimos que partir porque ya era bastante tarde para ellos, así que
compartimos un taxi al centro, dónde lamentablemente tuvieron que irse por su
hijo, y nosotros para variar buscamos un after hour, de esos que siempre están
de más y que son absolutamente prescindibles, pero como no aprendemos nunca, terminamos
en un antro local rancio esa noche, muy satisfechos por nuestra inducción al
swinger austriaco.